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    Totalitarismo y maniqueísmo redentor
    José Rafael López Padrino* / Soberania.org - 20/09/12
     
  El fachochavismo en el fondo reivindica las desigualdades sociales, económicas y políticas propias del capitalismo de Estado, pero rechaza paradójicamente sus consecuencias naturales: el antagonismo y el conflicto.  
     
El declive político del socialfascismo bolivariano del siglo XXI es evidente
   

Posiblemente los aspectos más perversos del socialfascismo bolivariano sean la disciplina, la obediencia y una fe sin límites hacia el líder, lineamientos a los que son sometidos todos sus seguidores. Estos execrables principios están íntimamente vinculados al proyecto de crear una sociedad cuartelaria tutelada  por la pestilente bota militar. Una sociedad donde exista un orden social y político absolutamente armónico, sujeta a la voluntad de un mesías que gracias a unas inexistentes cualidades personales y a una falaz divina intuición, es capaz de guiar al país por un buen camino.

El socialfascismo bolivariano entre sus metas estratégicas se plantea la construcción de
una sociedad totalitaria, sin contradicciones y conflictos sociales, no porque los mismos hayan sido superados mediante cambios en las estructuras políticas y económicas reinantes en el país, sino por la implantación de un régimen autocrático, represivo y absolutista. La utopía socialfascista bolivariana se reduce a una sociedad con una sola voz, pero excluyente, con una sola voluntad, pero no basada en un consenso de las mayorías, con un solo interés, pero que únicamente refleja el del caudillo y su proyecto político. El fachochavismo en el fondo reivindica las desigualdades sociales, económicas y políticas propias del capitalismo de Estado, pero rechaza paradójicamente sus consecuencias naturales: el antagonismo y el conflicto.

Al margen de su retórica revolucionaria y socialista, el inquilino de Miraflores promueve las viejas estructuras del proyecto hegemónico capitalista de Estado, pero oxigenado con nuevas promesas y con diferentes actores. Pero al mismo tiempo no tolera los antagonismos sociales propios de dicho modelo explotador. Por ello surge la necesidad de imponer una disciplina vertical y sumisión cuasi-religiosa ante las decisiones del comandante-presidente. Disciplina que significa el establecimiento de una jerarquía férrea impuesta por el jefe del proceso, así como la imposición de sacrificios a los intereses colectivos (reivindicaciones sociales, laborales, y profesionales) a fin de afianzar su eternización en el poder.

El facho-chavismo persigue la construcción de un Estado totalitario que implica la deliberada destrucción de las todas las instancias intermedias (sindicatos, movimientos sociales, asociaciones profesionales, partidos, etc.) existentes en la sociedad. Ello a través de un repugnante entramado (intimidación, chantaje y represión) que garantiza la obediencia incondicional de los seguidores a la voluntad del mesías tropical.

Vale acotar que el caudillismo en Venezuela no es un fenómeno nuevo en nuestra historia política. Sin embargo, lo que sí es específicamente nuevo en el caso del socialfascismo bolivariano, es la aplicación de todos los medios ideológicos y técnicos, de manipulación y propaganda del Estado para crear y fortalecer el carisma del tte. coronel, haciendo incontrovertible su autoridad ante las masas. Es el promover unas fantasmales “capacidades extraordinarias” del tte. coronel, que le hacen merecedor de confianza, obediencia, subordinación y amor. No es otra cosa más que la glorificación o divinización del vocinglero del Palacio de Misia Jacinta. Así, sus seguidores deben convertirse en sumisos oyentes de la “verdad revelada” por el impostor nuevo padre de la Patria. Para los fachochavistas las masas más que ser el epicentro de los cambios políticos y sociales, son objetos inertes y maleables que están ahí para ser adecuadamente manipuladas por el líder, en función de sus intereses.

El declive político del socialfascismo bolivariano del siglo XXI es evidente. Este proyecto facho-militarista ha sido un total fracaso, al igual que lo fueron los otros ensayos de su mismo signo político en el siglo pasado. Las entusiastas mayorías que en un momento pusieron sus esperanzas en el proyecto bolivariano, hoy marcan distancia cansadas de tantas promesas incumplidas por el tte. coronel y hastiadas de tanta manipulación en función de un caudillismo primitivo y reaccionario que quieren perpetuar en nuestro país.

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