SOCIALISMO BOLIVARIANO BASTARDO.

Recordemos que el fallecido azote de Miraflores convirtió a las empresas multinacionales, que eran simplemente prestadoras de servicios al Estado venezolano, en copropietarias de nuestro petróleo a través de las empresas mixtas.

José Rafael López Padrino / La bravuconería retórica del monárquico Maduro diciendo que a la “revolución bolivariana” nada, ni nadie la detiene y que el “Socialismo del siglo XXI” se está consolidando en el país, no pasan de ser consignas populistas promovidas por la poderosa maquinaria propagandística del régimen en complicidad con un grupete de falsos revolucionarios que canjearon su honestidad por mendrugos de pan que les proporcionan desde Miraflores.

A pesar de proclamarse “socialista”, este proceso ha permitido el afianzamiento de la explotación capitalista mediante el desarrollo de políticas económicas orientadas a favorecer al gran capital transnacional y financiero y a través de la imposición de una desregulación laboral (cooperativas, misiones y empresas de cogestión) que han depredado el salario real y desmejorado las condiciones socio-económicas de los trabajadores. Además, ha institucionalizado la colaboración de clases (corporativismo burgués), subordinando los sindicatos al estado capitalista, obligándolos a renunciar a su independencia política, así como a sus conquistas laborales (discusión de la contratación colectiva, derecho a la huelga, etc.).

La inflación, el desabastecimiento, la devaluación de la moneda, la violencia se han desbordado en medio del desconcierto y anomia de un régimen que confronta un fuerte déficit fiscal, un enorme gasto público, un endeudamiento irresponsable, y para rematar poca disponibilidad de dólares en sus arcas para atender las necesidades fundamentales del país. El “Socialismo del siglo XXI” apunta más bien hacia un vulgar y perverso capitalismo de Estado, el cual fomenta e impulsa mediante la profundización de las relaciones de producción capitalista. Ello no es sorprendente dado el carácter de clase del régimen (burgués, pequeño burgués) y de los visos bonapartistas y populistas que corren en su seno por razones históricas.

En cuanto a su cacareado antiimperialismo, el régimen enfrenta “declarativamente” al imperio norteamericano, pero por otro lado establece alianzas privatizadoras con el capital transnacional gaso-petrolero a través de concesiones y mediante la conformación de empresas mixtas (transnacionales-PDVSA) comprometiendo nuestra soberanía. Además, recordemos que el fallecido azote de Miraflores convirtió a las empresas multinacionales, que eran simplemente prestadoras de servicios al Estado venezolano, en copropietarias de nuestro petróleo a través de las empresas mixtas (continuidad de la apertura petrolera pero con franela y boina roja) que le garantizan tal participación accionaria por el lapso de 30 años (2007).

Estamos presenciando el hundimiento de un falso socialismo, ineficiente, autoritario, burocrático, corrupto, y militarizado que básicamente se ha limitado a utilizar clientelarmente el petróleo como arma político-social para asegurase los votos suficientes en cada proceso electoral. Maduro y su grupete ondean las banderas del socialismo como maquillaje barato en su intento de darle continuidad al viejo proyecto de dominación explotador y excluyente pero con ropaje bolivariano. Esta falseada revolución bolivariana es un buen ejemplo de lo que podríamos llamar un “socialismo engañador y manipulador”, un socialismo bastardo destinado a engañar a los pobres y alagar al gran capital transnacional y criollo