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Los cubanos forzosamente deben ser comunistas; o dicho de otra manera: la libertad es la servidumbre (la lógica inversa y diabólica a la que aludía Orwell). En la foto: balseros cubanos huyendo del "mar de la felicidad"..

Los cubanos forzosamente deben ser comunistas; o dicho de otra manera: la libertad es la servidumbre (la lógica inversa y diabólica a la que aludía Orwell). En la foto: balseros cubanos huyendo del “mar de la felicidad”..


La verdad del socialismo: la privatización del poder estatal y la estatización del poder económico[1] (Dos caras de la misma moneda)


Henrique Meier
 / 

Uno de los descomunales engaños del “socialismo real”[2], es decir, el único socialismo auténtico: el aplicado en aquellos países que han sufrido y sufren esa catástrofe política, económica, social, institucional y cultural; humana, en una palabra, es la liquidación del Estado liberal-burgués -un Estado al servicio de la clase propietaria dominante, según la crítica marxista-, para edificar sobre sus ruinas mediante un proceso revolucionario uno nuevo al servicio del pueblo, erradicando las desigualdades de clase y llevando a cabo la justicia social con fundamento en el principio socialista: “a cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”, mientras se alcanza la “Edad de Oro”la sociedad perfecta, el final de la historia, con la definitiva extinción del Estado y las leyes, pues en la sociedad comunista el hombre se habrá reconciliado consigo mismo al suprimirse toda forma de alienación. De ahí que el Estado socialistasustentado en la “dictadura del proletariado” es, en la concepción marxista, una etapa transitoria[3].

La demagógica e ideológica utilización del vocablo pueblo y popular (populismo socialista) se manifiesta en el “Derecho socialista”. Ejemplo emblemático es la Constitución de la República de Cuba en cuyo Artículo 1° se establece:

“Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana”.

Con fundamento en esa primera “mentira fundamental”, en el Artículo 3 se expresa que la soberanía reside en el pueblo del cual dimana todo el poder del Estado, el cual, según esa falacia, “…es ejercido directamente o por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado que de ellas se derivan…”. En el Artículo 9 se continúa con esa engañifa (La Gran “Mascarada” título de un libro de Jean François Revel[4]) al consagrarse que el Estado “realiza la voluntad del pueblo” y “garantiza la libertad y la dignidad plena del hombre, el disfrute de sus derechos, el ejercicio y cumplimiento de sus deberes y el desarrollo integral de su personalidad”.

Como supuesto “Poder del pueblo” en “servicio del pueblo”, el Estado, según ese mismo artículo constitucional, garantiza:

• “…Que no haya hombre o mujer en condiciones de trabajar, que no tenga oportunidad de obtener un empleo con el cual pueda contribuir a los fines de la sociedad y a la satisfacción de sus propias necesidades”;

• “…Que no haya persona incapacitada para el trabajo que no tenga medios decorosos de subsistencia”;

• “…Que no haya enfermo que no tenga atención médica”;

• “…Que no haya niño que no tenga escuela, alimentación y vestido”;

• “…Que no haya joven que no tenga oportunidad de estudiar”;

• “…Que no haya persona que no tenga acceso al estudio, cultura y el deporte”.

• Además, el Estado del “Pueblo” “trabaja por lograr que no haya familia que no tenga una vivienda confortable”.

Si esa fuese la realidad de Cuba:

• ¿Por qué millones de cubanos han emigrado, muchos exponiendo sus vidas en balsas improvisadas para abandonar el “mar de la felicidad” infectado de tiburones y lograr refugio en el vituperado “Imperio”?

• ¿Por qué tantas trabas para viajar con pasaporte y sin riesgos a otros países?

• ¿Por qué tantos médicos cubanos de la misión “Barrio Adentro” [5] han abandonado Venezuela y solicitado refugio en países donde la larga mano de la dictadura totalitaria cubana no pueda oprimir sus cuerpos, mentes y espíritus?

Podría seguir enumerando artículos de esa Constitución cuya función es esencialmente ideológica: disfrazar la realidad, la terca realidad, contraria a la “Utopía social” que postulan sus normas. Es un hecho público y notorio, salvo para ingenuos, crédulos, fanáticos y cínicos, que el poder en Cuba pertenece a los hermanos Castro; es decir, es de su propiedad o dominio; un poder “cosificado” como era el de los reyes y señores feudales medievales; un poder del cual se usa, se disfruta y se abusa (idea medieval de la propiedad); un poder sin controles y límites institucionales, sociales y jurídicos; en suma, un poder brutal al servicio de las apetencias y ambiciones de esos tiranos tropicales y sus socios menores del Partido Comunista y la “nomenclatura”.

La “privatización” o apropiación del poder por el Partido Único de Estado, el Partido Comunista, y sus jefes indiscutidos, se halla en las antípodas del poder democrático, del “poder en público”, en la acertada expresión deBobbio[6] para indicar el público activo, informado, consciente de sus derechos, que exija la publicidad de las sesiones delParlamento, la rendición periódica de cuentas por parte del Gobierno y la Administración Pública, la existencia de unPoder Judicial autónomo, independiente e imparcial como garantía institucional del control judicial de los actos legislativos y gubernamentales; en suma, la formación de una opinión pública por medio de la libertad de expresión: opinión e información, y por tanto, la existencia de un sistema de órganos de comunicación libres (autónomos) y plurales, la llamada prensa libre, instrumento de control social de las actuaciones estatales[7].

Es conveniente aclarar que el dictador moderno (Hitler, Mussolini, Castro, Chávez) se presenta en “público”, pero el público ante el cual se presenta “…es una multitud anónima, indistinta, llamada a escuchar y aclamar; no a expresar una opinión, sino a cumplir un acto de fe. Ante esa visibilidad meramente exterior del señor de la vida y la muerte de sus propios súbditos debe corresponder la opacidad de las daciones de las cuales dependen la vida y muerte de éstos”[8].

Y es que a las estrategias del poder autocrático “…pertenecen no sólo el no decir, sino también el decir en falso: además del silencio, la mentira. Cuando se ve obligado a hablar, el autócrata puede servirse de la palabra no para manifestar en público sus intenciones reales, sino para esconderlas. Puede hacerlo tanto más impunemente cuanto menores sean los medios que sus súbditos tengan a su disposición para verificar la veracidad de lo dicho”[9].

Respecto de la privatización del poder en Cuba,[10] el brillante escritor e historiador mexicano Enrique Krause relata, a propósito de la relación de Gabriel García Márquez con el octogenario tirano, la profesión absoluta de fe en la Revoluciónencarnada en la heroica figura del comandante, que el futuro Premio Nobel de Literatura (1982) expresara en tres reportajes publicados en 1975 en la revista Alternativa intitulados “Cuba de Cabo a rabo”. En uno de esos reportajes elGabo escribe:

“Cada cubano parece pensar que si un día no quedara más nadie en Cuba, él sólo bajo la dirección de Fidel Castro, podría seguir adelante con la Revolución hasta llevarla a término feliz. Para mí, sin más vueltas, esta comprobación ha sido la experiencia más emocionante y decisiva de toda mi vida”[11].

Con relación a esa aseveración, Krause comenta:

“…en 36 años García Márquez no se ha apartado públicamente de esa visión epifánica. ¿Qué vio, que cualquiera podía ver? Logros tangibles en los servicios de salud y educación (aunque no se preguntó si para alcanzarlos era necesario el mantenimiento de un régimen totalitario). ¿Qué no vio? La presencia de la URSS, salvo como generosa proveedora de petróleo. ¿Qué dijo no haber visto? ‘Privilegios individuales’ (aunque la familia Castro se había adueñado de la isla como patrimonio personal), ‘represión policial y discriminación de ninguna índole’ (aunque desde 1965 se habían creado los campos de concentración para homosexuales, antisociales, religiosos y disidentes, llamados eufemísticamente Unidades Militares de Ayuda a la Producción o UMAP). ¿Qué si vio, finalmente? Lo que quería ver: a cinco millones de cubanos pertenecientes a los Comités de Defensa Revolucionaria no como los ojos y el garrote de la Revolución, sino como su espontánea, multitudinaria y ‘verdadera fuerza’ o más claramente- en palabras de Fidel Castro, citadas con elogio por el propio García Márquez-, ‘un sistema de vigilancia colectiva revolucionaria para que todo el mundo sepa quién es y qué hace el vecino que vive en la manzana’”[12].

Esa afirmación del déspota habanero nos lleva a la garantía de la libertad y la dignidad plena del hombre y el disfrute de sus derechos (Art. 9, antes citado) desmentidos rotundamente en el propio texto constitucional cubano cuando en su Artículo 62, expresión del típico cinismo comunista, se afirma que ninguna de las libertades reconocidas en esa Constitución puede ser ejercida “…contra la decisión de pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo”siendo punible la infracción de esa disposición, vale decir, cualquier acto que implique disidencia o resistencia frente a esa hipotética decisión del “pueblo cubano” (para controlar y reprimir la más mínima manifestación de disidencia se crearon los Comités de Defensa de la Revolución, o el sistema de espionaje entre vecinos: “para que todo el mundo sepa quién es y que hace el vecino que vive en la manzana”, Fidel dixit).

En esa misma línea de “cinismo constitucional”, se reconoce a los ciudadanos la “libertad” de prensa y palabra, pero ¡Cuidado! “…conforme a los fines de la sociedad socialista” (Art. 53) y la libertad de creación artística “…siempre que su contenido no sea contrario a la Revolución” (Art. 39. Ch). En una palabra: los cubanos forzosamente deben ser comunistas; o dicho de otra manera: la libertad es la servidumbre (la lógica inversa y diabólica a la que aludía Orwell).

La privatización del poder del Estado-Partido Único, algo que también realizaron a la perfección los genocidas Stalin y Hitler, el Gran Matarife Mao y Mussolini, se complementa con la llamada “socialización de los medios de producción” o la transferencia de la totalidad del poder económico de la sociedad a la esfera del Estado-Partido, que es decir, a manos de los Castro y sus socios menores de la “nomenclatura”.

De esa manera, la propiedad socialista “…de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción” para lograr “…la supresión de la explotación del hombre por el hombre”(Art. 14), ha servido de disfraz ideológico-jurídico para ocultar, a los ojos de los incautos, que desde hace 55 años los Castro son los auténticos dueños de:

“…las tierras que no pertenecen a los agricultores pequeños o a cooperativas integradas por ellos, el subsuelo, las minas, los recursos naturales tanto vivos como no vivos dentro de la zona marítima de la República, los bosques, las aguas, los medios de comunicación, los centrales azucareros, las fábricas, los medios fundamentales de transporte, y cuantas empresas, bancos e instalaciones han sido nacionalizados y expropiados a los imperialistas, latifundistas y burgueses”, así como de “las fábricas, empresas e instalaciones económicas y centros científicos, sociales, culturales y deportivos construidos, fomentados o adquiridos por el Estado y los que en el futuro construya, fomente o adquiera” (Art. 15).

Para impedir que los bienes que conformaban el poder económico de los “burgueses, latifundistas e imperialistas” en el momento de la conquista del poder político por la “Revolución”, pudieran ser transferidos a sus antiguos y legítimos propietarios o a cualquier “ciudadano”, los “dueños” de la Isla (de la vida y libertad de los cubanos), establecieron en el mencionado Artículo 15 Constitucional la prohibición de transferencia de tales bienes a cualquier persona natural o jurídica, a excepción de que los que autorice el Consejo de Ministros o su Comité Ejecutivo, es decir, los propioshermanos Castro“Estos bienes -los descritos en el Art. 15- no pueden transmitirse en propiedad a personas naturales o jurídicas, salvo los casos excepcionales… previa aprobación del Consejo de Ministros o su Comité Ejecutivo”.

En Venezuela Hugo Chávez Frías (con la complicidad de sus socios de la “secta destructiva”) entre 1999 y 2012, y ahora su sucesor por la gracia del Consejo Nacional Electoral o ministerio de elecciones, Nicolás “el Ilegítimo”, aplicó y pretende continuar imponiendo, respectivamente, ese mismo modelo “socialista” (Plan Patria), con la diferencia de que aquí no ha podido ser liquidada la resistencia de gran parte de la sociedad civil, no obstante el apoyo de la otrora fuerza armada institucional y las “expertas” instrucciones y orientaciones de los sátrapas habaneros, a la neodictadura militarista, corrupta y de vocación totalitaria que usufructa del poder para desgracia de quienes sobrevivimos en medio del caos, la anomia, la inestabilidad y la inseguridad en todos los ámbitos de la vida social.

En efecto, el que se hacía llamar “Comandante-Presidente”, aunque no pudo “derogar” la Constitución de 1999 a fin de sustituirla por una semejante a la cubana, empleando el subterfugio del proyecto de reforma constitucional rechazado por la mayoría de ciudadanos que participamos en el referendo de diciembre de 2007; sin embargo, ello no fue óbice para que violando en forma grotesca la Constitución que él calificara como la mejor y más avanzada del mundo, se apropiara (a imitación del régimen castrista) del poder estatal cual cosa u objeto integrado a su patrimonio personal y familiar, incluyendo, los recursos provenientes de la renta petrolera utilizados conforme a su real gana y capricho (neopatrimonialismo)[13].

Además, no satisfecho con hacerse dueño de PDVSA y sus filiales y de las demás empresas públicas del momento, procedió a “estatizar” mediante expropiaciones y confiscaciones gran parte de los medios de producción de la legítima esfera de la propiedad privada de particulares: fundos y tierras agrícolas y agropecuarias, inmuebles y tierras urbanas, bancos, centros comerciales, empresas industriales y agro-industriales, estaciones de radio y televisión, y hasta comercios de alimentos y bebidas[14].

Chávez Frías y sus acólitos (y ahora el “Ilegítimo” y sus secuaces) con el objetivo de “legitimar” esa privatización, y por ende, la concentración de los poderes económicos y sociales en el líder de la Revolución -siguiendo las instrucciones y el ejemplo de los Castro-, utilizó hábilmente el “mito” del poder popular, del pueblo, del pobre y desgraciado pueblo que hace colas interminables para hacerse de uno o dos pollos cuando hay, o de un pote de leche, dos paquetes de harina pan, cuando hay, arroz, granos, carne vacuna (en definitiva vías de desaparición), aceite, huevos, queso, cuando hay, fármacos indispensables para no morir de una subida de tensión o de un infarto.

Venezuela se ha convertido en estos últimos 15 años, etapa del mayor ingreso público producto de la renta petrolera desde que se inició la era del oro negro: 1914, en el país del “No hay”: comida, fármacos, repuestos para vehículos, papel, papel higiénico, cemento, cabilla, tornillos, clavos, cauchos, etcétera, etcétera, la lista es interminable. Pero, lo que si “hay”, y en abundancia, es corrupción “estatal” y delitos sin delincuentes (impunidad de un 94%): asesinatos, secuestros exprés, robos a mano armada, estafas; delitos contra los derechos humanos: represión de la disidencia, presos políticos, estudiantes torturados, heridos, violados, asesinados[15].

Allí están las leyes y decretos con rango y fuerza de ley del Poder Popular[16], todos absolutamente inconstitucionales, cuyo objetivo, reitero, al igual que la Constitución cubana, es “justificar” en nombre del pueblo y de su poder: el poder popular, esa estafa política y social inaudita, esa farsa grotesca, típica de quienes se apoderan de un país en nombre del socialismo. El resultado es la “fábrica de miseria” a la que conduce ese proceso (Plinio Apuleyo Mendoza, Álvaro Vargas Llosa, Alberto Montaner y su esclarecedor libro[17]).

Pero, los dueños del poder político y económico no hacen cola desde la madrugada para lograr a duras penas medio comer. En sus mesas no falta absolutamente nada, están llenos hasta el hartazgo. Como relata Krause en el libro ya mencionado, mientras el Gabo disfrutaba de exquisitas Langostas a la “Macondo” y Fidel de su “Consomé de tortuga”, paseando en el yate del Jefazo revolucionario, por esos días (década de los 80)

“…la cartilla de racionamiento cubano (vigente desde marzo de 1962) contenía, al mes y por persona, las siguientes delicias: siete libras de arroz y treinta onzas de frijoles, cinco libras de azúcar, media libra de aceite, cuatrocientos gramos de pastas, diez huevos, una libra de pollo congelado, media libra de picadillo condimentado (de pollo), a lo que se pueden sumar como alternativa en el apartado de ‘productos cárnicos’ pescado, mortadela o salchicha”[18].

En fin, ese proceso de privatización del poder estatal y de estatización de los medios productivos privados convergen en un solo objetivo: hacerse dueños del poder político y del poder económico del Estado y la sociedad en nombre de una pretendida revolución para instaurar el “Socialismo” cualquiera sea su calificativo.

Esa es la estrategia esencial para la consolidación de una dictadura totalitaria, ya que la imposibilidad de la alternancia en el poder estatal (democracia) y el empobrecimiento generalizado de la población (en nombre del “pueblo”), constituyen la fórmula idónea para liquidar las libertades y derechos ciudadanos, la autonomía del individuo y la sociedad, para así consolidar el reino de la opresión, la miseria, la desesperanza y la desolación.

Sin embargo, no siempre la implementación de esa estrategia alcanza sus resultados en forma definitiva y total (la política es impredecible). Que lo digan los polacos, los húngaros, los checos y demás pueblos que sufrieron el totalitarismo soviético, hoy liberados del puño de hierro comunista. Pues así como en el hombre mora el miedo y el impulso a la sumisión, a la servidumbretambién en su espíritu está viva la llama de la libertad y la rebeldía. Porque como bien lo expresa Erich Fromm: “Se puede hacer casi cualquier cosa a un hombre, pero sólo casi. La historia de la lucha del hombre por la libertad es la expresión más reveladora de ese principio”[19].


………………………………………………………

Referencias:

[1] Dedico este artículo al sufrido pueblo cubano cuya cultura se hizo parte de mi ser: su música, su ritmo Benny Moré y Celia Cruz, la sonora Matancera y aquellos carnavales de los años 60 cuando pude bailar al son de esa magnífica orquesta en el club Casablanca, hoy Hermandad Gallega. Y por su supuesto, a mi propio pueblo del que soy carne y espíritu.
[2] Para algunos intelectuales de la extrema izquierda el socialismo sigue siendo una “utopía redentora” que espera su realización en algún momento del futuro. De esa premisa surge la distinción entre ese modelo formulado por Marx y Engels, el socialismo auténtico, y su distorsión en la realidad, el “socialismo real”, vale decir, los regímenes de poder que han llevado a la práctica los postulados de ese modelo, como fue el caso de la URSS, una sociedad multicultural, multinacional y multiétnica unificada artificiosamente bajo el imperio del terror estaliniano mediante un sistema totalitario, o el caso de Cuba desde hace 55 años. Por esa razón, no es de extrañar el empeño de Chávez Frías de experimentar progresivamente ese fracasado modelo en el país partir de su asunción al poder en 1999. Pareciera que los pueblos no aprenden de las enseñanzas de la historia. Lo cierto es que cada vez que se ha tratado de implantar el socialismo teórico, en la práctica se producen las mismas características nefastas en todos los órdenes de la vida social: destrucción de la economía, extinción de las libertades y derechos humanos, persecución, detención y exterminio de los “enemigos “de la revolución, etc.
[3]Dictadura no del proletariado, sino del jefe de la revolución y del Partido Comunista como partido único de Estado y sus colaborados, esbirros, verdugos y la nomenclatura, la alta burocracia estatal; Dictadura no transitoria, sino permanente hasta el derrumbe final del sistema, pues no hay mal que dure cien años.
[4] En su libro “La Gran Mascarada”, Revel nos dice: “En toda sociedad, incluidas las sociedades democráticas, hay una proporción importante de hombres y mujeres que odian la libertad —y, por tanto, la verdad—. La aspiración a vivir en un sistema tiránico, ya sea para ser partícipe del ejercicio de dicha tiranía, ya sea, lo que es más curioso, para sufrirla, es algo sin lo cual no se explica el surgimiento y la duración de los regímenes totalitarios en el seno de los países más civilizados, como Alemania, Italia, China o la Rusia de comienzos del siglo XX…  La genialidad del comunismo ha residido en autorizar la destrucción de la libertad en nombre de la libertad… en nombre de una argumentación progresista”. Taurus. Madrid. 2000.
[5] En vías de desaparición.
[6] Bobbio, Norberto. Teoría Política. Trotta. España 1999.
[7] El verdadero control social espontáneo es el que surge de la sociedad civil, no de esa estafa “participativa” de la contraloría social de las comunas y los consejos comunales, del supuesto “Poder Popular” manipulado por el régimen.
[8] Bobbio, opus cit, p. 419.
[9] IBÍDEM, p. 420.
[10] La Revolución cubana heredó un poder “privatizado” por el dictador Fulgencio Baptista, sólo que le dio una nueva legitimación a los ojos de los oprimidos: la instauración del socialismo.
[11] Krause, Enrique. Redentores. Ideas y Poder en América Latina. DEBATE. Colombia 2012, p. 378.
[12] IBÍDEM, p. 379.
[13] Vid, Viloria-Vera, Enrique. Neopopulismo y Neopatrimonialismo. Chávez y los Mitos Americanos. Universidad Metropolitana. CELAUP. Caracas 2004.
[14] En el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica de Precios Justos dictado por el “Ilegítimo” en fecha 21 de noviembre de 2013, de acuerdo con la Ley Habilitante que le confiriera esa vergüenza de “parlamento” llamada “Asamblea Nacional” se establece, a fin de guardar las apariencias de la legalidad socialista, la posibilidad de expropiar, léase confiscar (robo agravado por el uso de la “fuerza pública”) todos los bienes y servicios requeridos para desarrollar las actividades de producción, fabricación, acopio, transporte, distribución y comercialización de bienes y servicios conforme a la declaratoria de utilidad pública e interés social de la totalidad de esos bienes (Art. 7). Además, esa confiscación es concebida como una sanción para “castigar” los presuntos ilícitos económicos y administrativos de acuerdo a lo establecido en el Artículo 114 de la Constitución Nacional (¿Cuáles?) y cualquiera de los ilícitos administrativos previstos en esa ley (Art. 7), que pudiesen cometer los enemigos del pueblo, vale decir, los pocos empresarios que aun resisten la avanzada socialista, es decir, las 5000 empresas que a duras penas se mantienen en pie, pues más de 7 mil ya desaparecieron por obra y gracia de las “políticas” del monje Giordani y sus cómplices, hoy expulsado de las filas de la secta destructiva, pues ya no tiene más que destruir. El objetivo fundamental del referido Decreto-Ley es “La consolidación del orden económico socialista consagrado en el Plan Patria” (Art. 1.3)
[15] En mi libro “Seguridad, Estado, Sociedad y Derecho” publicado hace 10 años señalé respecto de las actuaciones del régimen chavista: “Y ha tenido éxito en esa inaudita gestión del odio y la violencia”. Ediciones Homero. Caracas, 2003, p, 17.
[16] Ley Orgánica del Poder Popular, Ley Orgánica de los Consejos Comunales, Ley Orgánica de las Comunas, Ley Orgánica del Sistema Económico Popular, Ley orgánica de la Contraloría Social, Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno, Ley Orgánica de Planificación Pública y Popular, Ley Orgánica Para la Gestión Comunitaria. Esa basura ideológica ha contagiado hasta la propia oposición “democrática”, tal es el caso del Partido Social Cristiano COPEI, del que fui simpatizante y militante activo en mis años ucevistas, que cambió de nombre para adecuarse a los tiempos. Ahora se llama “Partido Popular Copey”.
[17] Los Fabricantes de Miseria. Plaza y Janés. Barcelona. 1999.
[18] IBIDEM,p. 383.
[19] Fromm, Erich. Sobre la Desobediencia. PAIDÓS. Barcelona, Buenos Aires, México. 1984, P. 29

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